Presentación de la exposición inaugural «Tupper sex» del pintor Enric Bardera (Figueras. Diciembre 2015)
Allí donde el sexo nace,
el todo poderoso comienza.
Haciendo que lo que piensan nuestros ojos
y lo que olemos, sin apenas sentir,
termine por elevarnos tan alto
como el deseo nos permita.
Con la fugacidad que una imagen descubierta
o un simple susurro nos pueden ofrecer.
Y con levedad transformar
la indiferencia de un segundo,
en un pálpito de corazón
que endurezca al falo dormido
o al pequeño nódulo anacarado
que entre las piernas despierta su letargo.
Hasta conseguir que la humedad de nuestras lenguas,
unos dedos perversos, el roce o una caricia
en la profunda búsqueda de oscuros agujeros,
consigan extraer sabrosos fluidos de nuestro interior;
jugosos, salinos, palpitantes.
Acelerando tanto la sangre,
en una carrera por alcanzar
las imágenes vistas en nuestra mente,
que consigan revivir los rosados pezones pellizcados,
las vulvas latentes y los testículos henchidos de tenso deseo
hasta hacerlos estallar,
con mueca grotesca de goce,
colmando las almas, el instante y la vida.
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